Hablar del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, es hablar de un organismo público que aglutina una de las colecciones privadas de pintura más importantes reunidas en el siglo XX. Aunque como decimos, su origen es privado, la colección pertenece hoy a todos los españoles, tras su adquisición por el Estado en el año 1993, tan solo uno después de la apertura del museo de Madrid. Configura así el célebre “triángulo del arte” en el centro de Madrid junto con el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía y el Museo Nacional del Prado.

Vestíbulo del museo. Lugar de recepción y confluencia de las diferentes salas. Laura Lázaro.
Tela de araña
La visita al museo comenzó recorriendo una de sus exposiciones temporales, “Más-que-Humanas” de Dominique González-Foerster y Tomás Saraceno, y fue cuanto menos sorprendente la propia escenografía y contexto creado para mostrar la exposición. En ella, el desencadenante son las arañas y las redes que van tejiendo; la exposición habla del sonido, la vibración y la música, como si la tela de una araña fuera un instrumento de cuerda que a su vez fuera capaz de vibrar con los sonidos del entorno y con la voz que resuena procedente de un holograma de ópera. Todo ello queda inmerso en un mundo tenebroso de presencias fantasmagóricas y atracción por lo desconocido.

Tela de araña generadora de la exposición Más-que-Humanas. Laura Lázaro.
La otra exposición temporal que visitamos, “Los impresionistas y la fotografía”, habla de sus analogías, afinidades e influencias a través de episodios temáticos dedicados al bosque, el paisaje, el agua, los monumentos o al cuerpo entre otros. Permite explorar la instantaneidad y la ambigüedad visual de la pintura impresionista y la fotografía como un nuevo modo de mirar con el que arrancó la modernidad. Ambas exposiciones nacen de la investigación incesante y abren nuevas vías para sentir aquello que existe más allá de la retina, más allá de lo inmediato y de lo visible.
Patrocinio cultural
Existe una cara invisible del museo, lo que ocurre entre bambalinas mientras el público se deleita con lo que contempla, el incesante movimiento de las piezas del gran engranaje para que la maquinaria siempre esté a punto. Pepa Octavio, responsable del Patrocinio y Mecenazgo del museo, fue la encargada de acercarnos a ese trabajo de gestión que, en gran medida, proporciona alimento y sustento a esta institución pública.
Así, nos habló de la continua búsqueda de financiación para proyectos y de cómo ha cambiado este concepto y las formas de conseguirlo en la actualidad. Engagement, crowdfunding o micromecenazgo son términos cada vez más utilizados y cercanos que nos hablan del “granito de arena” y de cómo la sociedad es capaz de involucrarse activamente de forma individual por algo que es común a todos, la cultura. Por otra parte, ésta tiene mucho que contar y de tantas maneras como se pueda imaginar, por lo que a la hora de buscar empresas “sponsor” es necesario encontrar caminos y confluencias que conecten los proyectos del museo con los propósitos e intereses de las empresas. Para ello, primero hay que conocer sus motivaciones, aprovechar acontecimientos, eventos, coincidencia temática, convergencia en objetivos, ofrecer algo a su medida, dar con algo que le interese y que nos puedan proporcionar. Vender a las marcas que van a vivir una experiencia especial, diferente, única que conecte con el público al que quieren llegar.

El espectador frente a una de las obras impresionistas. Laura Lázaro.
Marcas asociadas a la cultura
Somos consumidores críticos: demandamos que las empresas con las que convivimos y nos relacionamos en el día a día sean además éticas con la sociedad. Por este motivo, las marcas se dan cuenta de que son patrocinadores y de que la cultura les diferencia[U1] y les aporta un valor añadido. Se construye así un valor de marca que es capaz de relacionar esa marca o empresa con una imagen de creatividad e innovación que se extiende como un halo de emprendimiento y adelanto hasta el sponsor. Éste, además, se dibuja como promotor de acciones más participativas para la población. No menos importante es que al apoyar las artes el sponsor gana una imagen de confianza y honorabilidad. Así, los eventos artísticos y otras actividades se realizan en espacios relacionados con el museo para compartir experiencias sociales, al amparo de unas instituciones artísticas que son asumidas como duraderas y estables.

Portada del libro El Thyssen en el plato, en el que han participado chefs -“marcas” como Andoni Luis Aduriz, Samy Alí,u Oriol Balanguer entre otros. Página oficial Thyssen- Bornemisza.
“Lo más importante es que de un vistazo la marca se enamore del proyecto; la claridad es la clave y el diseño tiene que expresar la fuerza del proyecto. Les tiene que gustar todo menos el precio”, nos explica Pepa Octavio con la sonrisa de quien ha lidiado con muchas empresas.
Nuevas propuestas para la sociedad
En apenas una década los museos han experimentado grandes cambios que les han arrastrado a transformar su estado estático y contemplativo para dar paso a lugares de protección y exposición pero también de su difusión activa. En esta línea, se crea EducaThyssen como proyecto de educación centrado en la investigación y conocimiento mediante el que la pinacoteca busca actividad y dinamismo a través de actividades con programas y laboratorios de producción propia. Desde la concepción de la cultura como cambio social, el museo se propone llegar a todos los públicos: niños (talleres), adultos, familias (family workshops, visit-workshops), personas con necesidades diversas y al escurridizo público joven. En concreto, para éste último, el museo busca estrategias para atraerlos e involucrarlos. El mundo cambia y los jóvenes con él, ahora parecen mirar a través de catalizadores como son las redes sociales. Instagram y las ventanas emergentes de Instagrammable están en todas partes; con ello surge un nuevo estilo de instalación artística en ciudades de todo el mundo como Brooklyn o Londres, que no se concibe para exhibir pinturas clásicas o albergar impresionantes artefactos históricos, sino para ser fotografiado para las redes sociales. Lejos de caer en esta banalidad pero conscientes de ello, el Thyssen-Bornemisza apuesta por actividades formativas, talleres colectivos y otros programas que aporten nuevas perspectivas sobre esta pinacoteca; que el museo hable por sí mismo llegando a todos los públicos a través de múltiples vías. Y es que la creatividad y la imaginación, en toda su extensión, son el corazón de las artes.
Un artículo de Laura Lázaro San José
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