La experiencia de la visita de un museo, comienza desde el momento en el que se compran las entradas, se espera en la cola para acceder, y finaliza en el propio recorrido por las diferentes salas expositivas. Pero esta experiencia es aún más intensa y característica, si cabe, en el Museo Nacional del Prado, sin duda uno de los mejores y más completos del mundo, con una colección de 37.698 obras de arte de extraordinaria calidad.
Todo este proceso se controla gracias a una excelente maquinaria que lleva en marcha dos siglos. Dos siglos en los que el Prado ha pasado por diferentes etapas, cambiando por completo tanto su gestión como su misión. Indudablemente, escuchar la historia de este edificio emblemático in situ desde su sala de conferencias, fue todo un lujo. Y aún más teniendo en frente a profesionales del sector de largo recorrido, como es el caso de Isabel Quintana, Jefe del Área Jurídica del Museo del Prado, quien nos hizo hincapié en cómo se han producido estos cambios a lo largo de los años y sobre todo, cómo se estructura su organigrama a día de hoy.

El Prado nació en 1819 con el objetivo principal de formar y franquear al público con una copiosa colección de cuadros nacionales y extranjeros, así como contribuir al lustre del esplendor de la Nación. En cambio, su misión hoy se centra en el edificio como museo público español, universalmente reconocido por su historia y sus colecciones al servicio del desarrollo del conocimiento y la educación de la sociedad, siendo distinguido por su excelencia científica y capacitación técnica, y como referente en la conservación y estudio del arte a través de su historia.
Nuevo modelo de gestión
En relación a su gestión, desde el año 2002 se planteó un nuevo modelo completamente diferente, apoyado en dos pilares fundamentales: su ampliación arquitectónica y el cambio en su naturaleza jurídica. Se proyectó un nuevo volumen, generando nuevos espacios anteriormente inexistentes, como es el caso de la creación de la sala exclusiva de exposiciones temporales. Además, se produce una recuperación de estancias en el edificio Villanueva, destinadas, sobre todo, a espacios públicos, aunque los lugares de acceso privado también experimentan mejoras.
El nuevo modelo jurídico es lo que terminó de otorgar al museo su carácter más moderno. Anteriormente era un organismo autónomo, y se decide que pase a ser un organismo público respondiendo a un pacto de Estado. Esta nueva organización, ha propiciado y facilitado el incremento de la exposición en superficie en un 73% y del presupuesto en un 80%, siendo el porcentaje de autofinanciación del 70%, muy superior al aportado por el Estado. Cabe resaltar que estos datos se consiguen por medio del continuo esfuerzo y sobre todo gracias a un modelo de gestión integral, que abarca una rama técnica y museística, y otra, administrativa.

Profesionalización del equipo
La gestión, por otro lado, está presente en toda la actividad diaria del Prado, exigiéndose múltiples acciones y contando con diversos factores, de carácter externo e interno. Dichos factores no sólo afectan a una sola persona, ni a un único departamento o área. Por lo tanto, todos los agentes implicados dirigen sus esfuerzos a un correcto desarrollo de la actividad. Para que este tipo de organigrama sea viable, es fundamental la formación del personal, su disposición y convencimiento. De este modo, la figura del profesional de museos es fundamental ya que supone el puente entre la dirección museística y administrativa.
Pero no podemos hablar de gestión si no tenemos en cuenta la estructura económica presupuestaria, ya que es la especialidad del museo. Se compone de tres tipos fundamentales de presupuesto: el de gastos, el de ingresos y el recurso al remanente de tesorería. Gran parte de los ingresos se generan mediante la venta de entradas, por ello se decide abrir todos los días de la semana. Además, se analiza qué tipo de público asiste de forma habitual, trabajando para mejorar la visita desde el punto de vista en el que el visitante es lo más importante, con el objetivo de garantizar la excelencia en su recorrido.

Dibujo del proyecto de rehabilitación del Salón de Reinos del Museo Nacional del Prado,
a cargo del prestigioso arquitecto Norman Foster y de Carlos Rubio, pendiente de realización.
Ilustración extraída de la presentación facilitada por Isabel Quintana.
Tras esta gran cantidad de información sobre cómo se estructura el organigrama interno del museo, la última parte de la sesión, a cargo de Mari Carmen Martínez, del Área de Administración del Museo Nacional del Prado, nos explicó de forma más detallada el Nuevo Plan 2017-2020, consistente en la modernización del sistema de gestión y en su ampliación gracias al proyecto de rehabilitación del Salón de Reinos, aún pendiente de ejecución. Volviendo a la cuestión de cómo se obtienen los ingresos, en este caso descubrimos cómo funciona uno de los motores principales que hace que el museo sea un organismo vivo como tal: el Patrocinio. Existe toda una red de organización que se encarga de captar a patrocinadores y colaboradores, mediante interesantes argumentos y ofertas tanto a corto, como a largo plazo. Por ello, el Prado cuida especialmente a estas empresas, para que esta vía de financiación siga en pie, dado que supone la segunda fuente de ingresos propios tras la venta de entradas.
Como remate final a esta fantástica jornada, se puso en valor el gran evento que se está celebrando en la actualidad, el Bicentenario del Museo Nacional del Prado. Su organización supuso un gran reto, tratándose de un acontecimiento de excepcional interés público, con todo lo que eso conlleva. Se realizó una rueda de prensa de presentación de la exposición, se ha vestido el exterior del Prado con unas lonas de grandes dimensiones con fragmentos de imágenes de diferentes obras, acercando al público el interior del museo, y se ha trabajado de manera exhaustiva y eficaz en su difusión por medio de la aparición en la prensa nacional e internacional.
No es casualidad que el Museo Nacional del Prado siga siendo un referente a nivel mundial después de tantos años. No sólo basta con albergar una de las mejores colecciones de obras de arte del mundo, sino que su alcance y su llegada al público está promovida por un exquisito y un enorme trabajo de gestión, consiguiendo transmitir emoción y el deseo de volver. Y esa sensación es la que tuvimos una vez terminada la sesión y aprovechando el breve tiempo libre que disponíamos para recorrer el museo. Da igual las veces uno vaya, hay algo en el ambiente que te anima a regresar. Y volveremos, sin duda.
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