La montaña palentina, ese lugar adorado por muchos y conocido por muy pocos. Si nos acercamos hasta allí no sólo encontramos naturaleza y rutas, sino también cultura con un territorio salpicado de románico. Y es que en tan sólo 50 kilómetros a la redonda de Aguilar de Campoo, encontramos nada más y nada menos que 250 iglesias románicas, un auténtico sueño para alguien a quien el patrimonio le apasiona.
Desde pequeña había tenido afán por los museos y una vez me gradué en historia, decidí enfocar mi futuro a la gestión cultural a través del Máster en Habilidades para la Gestión del Patrimonio Cultural formando parte de la primera promoción. Lo que más destaca del título son las prácticas, no sólo por las 400 horas que tiene sino también por ese carácter emprendedor o intraemprendedor que podemos ver en ellas mediante la resolución de un reto propuesto por la propia empresa.
Mis prácticas del máster las estoy desarrollando en el centro expositivo ROM (románico y territorio); siguiendo esa vocación que siempre he tenido hacia los museos y los edificios históricos, no dudé en elegir ese lugar especial para realizarlas.
Está ubicado en el Monasterio Santa María la Real y fue creado en el año 2006 con dos objetivos; el primero de ellos dar a conocer el viejo cenobio premostratense y su restauración, y en segundo lugar ser el punto de partida para visitar el románico del entorno. En definitiva, dinamizar la herencia cultural de la comarca, a través de visitas guiadas y talleres no sólo en el propio monasterio sino también por el patrimonio de la comarca.
Mi periodo de prácticas comenzó en el mes de febrero, y desde ese momento trabajo en la elaboración de un proyecto para mejorar la gestión del centro, aumentar su difusión y por lo tanto sus visitas. El plan fue propuesto por César del Valle, coordinador del ROM y tutor de mis prácticas.
Junto a esto estoy desarrollando una de las experiencias más enriquecedoras a nivel personal; visitas guiadas a través del monasterio. A pesar de que la experiencia en un primer momento puede parecer desagradable por los nervios y la responsabilidad que supone, es de lo más enriquecedora. Resulta satisfactorio ver cómo la gente disfruta con tu explicación y te felicita por lo que haces. Trabajar de cara al público es algo que siempre me ha gustado y qué mejor manera de hacerlo que combinándolo con lo que más me gusta.
Gracias a las prácticas estoy aprendiendo cómo se gestiona un museo o un centro de este tipo, la cantidad de actividades que se pueden hacer, la necesidad de tener una amplia creatividad, ser una persona abierta y dinámica y la importancia del trabajo en equipo.
¿Lo que espero de mis prácticas? Aprender y disfrutar, pero no sólo eso, sino también aportar todo lo que pueda; quiero aprovechar al máximo el tiempo. Sin duda, me siento privilegiada y orgullosa de poder trabajar en este emblemático lugar cargado de historia como es el Monasterio Santa María la Real y haber podido conocer a gente fantástica. Esta experiencia espero que me abra las puertas para a un futuro dedicándome a lo que me gusta, el patrimonio.
Un artículo de Cristina Ibáñez Aragón, alumna del máster
IMAGEN: Cristina en el claustro del monasterio de Santa María la Real, sede del centro expositivo Rom: románico y territorio, donde realiza sus prácticas. Archivo FSMLRPH_César del Valle
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